El Síndrome del nido vacío
Cuando se inicia una relación la pareja, ésta comienza sola. Después vienen los hijos, las costumbres, las obligaciones que conforman la vida familiar. Pero no hay que confundir la pareja con la familia. Al final del camino será el otro miembro de la pareja el que siga allí ya que todo lo demás es transitorio.
Entonces, en vez de preguntarse en ese momento “¿Qué hago aquí con esta persona?” es preferible ser consciente de lo que sentimos en cada paso de la vida conyugal. Si en determinado momento es necesaria una terapia de pareja, para replantearse la relación, es preferible hacerlo cuando aún hay tiempo, por muy doloroso que sea “abrir los ojos” a la realidad de una crisis.
Porque ese momento llegará cuando, en determinado momento de nuestras vidas, nos damos cuenta de que nuestros hijos crecieron, y han tomado la decisión de emprender su propio camino de forma independiente. Aunque esto forma parte de la vida, muchas veces los padres se sienten abandonados y tristes. El llamado síndrome del nido vacío hace referencia a esta situación; es el sentimiento de soledad generado por la ida de uno o varios hijos del hogar lo cual hace que los padres se dejen de sentir importantes para sus hijos y se muestren irritables y angustiados.

 

El Síndrome del Nido Vacío afecta a todos

    Aunque se puede dar por igual en los padres de ambos sexos, suele ser más frecuente en el femenino. La madre, al ver y sentir la casa totalmente en silencio, entra en una fase de tristeza y reflexión sobre su vida. Frases como “la casa esta vacía” o “tanto silencio me agobia” se convierten en muy habituales, todo lo cual es debido a que la madre ve cómo sus “polluelos” han volado del nido y, ahora, tiene un nido demasiado grande para ella y su marido. Estas mujeres han estado toda su vida pendientes de cuidar y mimar a sus hijos, de formar una familia modélica, y puede que lo haya conseguido, sin embargo ahora sus horas están demasiado vacías.
    Cuando el último de los hijos se independiza, todo vuelve al punto cero. La pareja queda a solas. En ese momento hay tiempo suficiente para hablarse, amarse y disfrutar. Es la etapa de consolidación final de la pareja. Volver a elegirse, o no, definitivamente, es la cuestión más importante a dilucidar.
    No podemos achacar las consecuencias del síndrome del nido vacío a la soledad y la incomunicación ya que estas se pueden sufrir estando en pareja. Hay miles de personas que viven bajo el mismo techo con otras durante años y no se comunican de forma efectiva ni afectiva. Es decir, se mantienen unidos porque las circunstancias lo hacen tolerable, se mantienen ocupados criando hijos, trabajando, realizando proyectos que mantienen la ilusión de una unión desgastada.
    Sin embargo es muy frecuente que la pareja no quiera reconocer la crisis y la disimule, dentro de la vorágine de la rutina y las ocupaciones. De ese modo, los conflictos y los desencuentros van pasando, sin enfrentarse.
    Pero, cuando los hijos se van, cuando llega la jubilación, cuando vuelve la calma y solo queda estar frente a frente, muchas relaciones se quiebran en mil pedazos porque ya no hay ningún lazo que las mantenga unidas; porque, en realidad, los dos miembros de la pareja son unos grandes desconocidos.

La relación de pareja: un posible salvavidas

    Intentar salvar desesperadamente una relación que lleva mucho tiempo tan malherida es una tarea muy dolorosa y, a veces, estéril. Por eso, es en el matrimonio o la vida en pareja donde se debe combatir cualquier sensación de rechazo, angustia, abandono moral del otro y de sentimiento de falta de valoración.
    Al principio de la vida en común es fácil mantener la atención y la sensación de bienestar al lado del otro. Queremos en todo momento retener el amor de la pareja. Con los años, la rutina y la confianza se apoderan de la relación, esto no es malo, en diversos aspectos, puesto que afirma los lazos que unen a dos personas ya que sería muy estresante vivir toda la vida como durante las primeras semanas de enamoramiento. Pero cuando esta rutina llega al tope máximo de expansión, el efecto de la comodidad pasa a aburrimiento, y de ahí, a la distancia e, incluso, a la frialdad.

Consejos para no perder la comunicación con la pareja

Los años de crianza de hijos y de mayor capacidad laboral son muy estresantes para la relación, pero hay algunos consejos que pueden servir para mantenerse comunicados realmente como pareja:
  1. Mantener siempre un espacio físico para la intimidad de la pareja. Sin hijos, sin trabajo, sin “mundo exterior”. Debe ser un lugar donde los dos puedan estar solos.
  2. Aprovechar este espacio físico con un espacio temporal diario dónde reencontrarse, charlar, compartir.
  3. Conservar la vida sexual. No importa cuántos cientos de veces el otro ha visto nuestro cuerpo, es la actitud de deseo lo que no puede perderse.
  4. Respetar las metas y proyectos del otro y hacerlos propios sin invadirlos. Acompañar a la pareja en su crecimiento es fundamental para encontrarse al final del camino con las aspiraciones satisfechas.
  5. Conservar tradiciones de la pareja como un código entre ambos donde no entrarán terceros; pueden ser unas vacaciones solos al año, un paseo semanal por el campo, una actividad lúdica compartida.
  6. Sentido del humor y del amor. Durante una relación de años va a haber momentos amargos. Sabemos que es inevitable. Aprender a reírse juntos establece una unión mucho más fuerte de lo que parece. El humor de la pareja es uno de los condimentos principales del amor de esa pareja.

¿Qué puede hacer una pareja si uno o ambos miembros ya están afectados del Síndrome del nido vacío?

  1. Adoptar una nueva perspectiva de la situación. Debes pensar en aquellos aspectos que aportan a tu bienestar. Muchas veces la relación con los hijos mejora cuando éstos ya no están en casa. Otro aspecto es el tiempo con el que ahora cuentas para dedicarlo a proyectos nuevos.
  2. Refuerza tu pareja. Cuando tenemos hijos, muchas veces la pareja queda en un segundo plano. Éste es el momento de reforzar tu pareja y de realizar aquellas actividades que habías postergado. Esta es una nueva etapa de la vida que debes disfrutar en su totalidad.
  3. Habla del tema. Expresa tus sentimientos, es el primer paso para mejorar. En ocasiones, compartir este sentimiento con nuestros seres queridos nos permite darnos cuenta de que podemos superar esta situación.
  4. Realiza actividades placenteras. A lo largo de la vida, las personas siempre sienten el deseo de realizar determinadas actividades que les generan satisfacción, pero las exigencias diarias hacen que éstas se vean postergadas. Haz una lista de todas aquellas actividades que te gusten.
  5. Realiza deporte. El ejercicio físico es muy bueno para la salud y te ayuda a relajarte. Sal a caminar todos los días durante 30 minutos, y verás, como poco a poco, te irás sintiendo cada vez mejor.
  6. No te abandones. Debes procurar un adecuado cuidado personal, hoy tienes tiempo para hacerlo. Es importante que vuelvas a adoptar el rol de mujer, además del de madre.
  7. Estimula la independencia de tus hijos. Para ellos, es importante saber que tú los apoyas en este nuevo proyecto. Evita invadir su nuevo hogar o su vida con visitas o llamadas continuas. Debes dejarlos crecer, acompañarlos y disfrutar con ellos esta nueva etapa.
  8. Compra una mascota. Si no tienes pareja con quien compartir este momento y sientes que la casa está vacía sin tus hijos, puedes comprar una mascota. Está demostrado el poder altamente terapéutico de los animales de compañía
  9. Enriquece la relación con tu hijo/a. A medida que pasa el tiempo, la relación cambiará positivamente. Nunca dejaras tu rol de madre, tus hijos estará ahí para ti.
  10. Si predominan síntomas de tristeza y depresión, consulta con un profesional de la salud (psicólogo, psiquiatra)  para que te indique el tratamiento a seguir y determinar si realmente tiene el síndrome del nido vacío.