Estrés postraumático en niños y adolescentes tras un atentado terrorista

Ves a través de la TV atentados en París, Niza, Marsella, Berlín, Londres,… y aunque no puedes evitar estremecerte todas las veces y que, en algún momento, se te pase por la cabeza “no me puedo imaginar si esto pasará , algún día , aquí”, lo cierto es que nunca estás preparado para vivir así de cerca un atentado terrorista.

Incluso, durante el horrible atentado de Madrid, trabajaba con un equipo muy joven, con niños y adolescentes y recuerdo ese día como terrible ante unas personas que no entendían porqué…y lo importante que fue , para nosotros, hacerles comprender que nada ni nadie tenía derecho a socavar nuestros derechos y libertades. Pero aún tantas lágrimas que puedo recordar áquel día, no nos había llamado a la puerta …

La tarde del atentado tenía que estar en la zona, para comprar un libro que llevo diversos días aplazando…y, la casualidad quisó que, esa tarde, lo volviera a aplazar. Esa tarde, mi hermano – periodista- me envía un whatsapp muy escuento, “ atropello masivo en Las Ramblas”. Me pongo a buscar noticias y, aún no me puedo creer que se haya atentado contra mi ciudad, contra Barcelona, una ciudad cosmopolita, abierta, acogedora, pacífica, respetuosa…Por eso, el día 18, en la Plaça Catalunya, después del minuto de silencio, no podíamos decir nada más – todos a una, como siempre- #no tinc por ( no tengo miedo)#TotsSomBarcelona

Sin embargo, los niños y adolescentes que sufrieron el atentado – vergonzantes portadas de periódicos, porque creen que así venderán más – de manera directa o indirecta, por ejemplo, los cientos de personas que se quedaron encerradas en las tiendas durante horas, no entienden que no nos van a poder, que el terror no va a ganar a un modelo de convivencia en paz y tolerancia que nos ha costado mucho construir, y, es muy probable, que muchos de ellos, sufran trastorno por estrés postraúmatico

¿ Cuándo el peligro se convierte en trauma?

Nuestros niños y adolescentes viven, cada día, rodeados de peligros; caídas del columpio, en la pista de tenis; peleas de leves e inocentes a otras más importantes en adolescentes; pasar un semafóro en rojo – a menudo, de la mano, o incitado, por un adulto que consuma un acto de una cierta irresponsabilidad… Sin embargo, existen niños y adolescentes que se ven expuestos a peligros mucho mayores;accidentes de tráfico, abusos, situaciones de maltrato físico o psicológico, de violencia doméstica… Así, se empieza a repeler o aprender hábitos que deben ser desterrados de raíz de la educación de nuestros menores. Y, el atentado en Barcelona nos debe invitar a una reflexión muy profunda sobre ello.

Porque, algunos de estos peligros se convierten en traumauticos cuando amenazan a la integridad física o psicológica de los menores e, incluso, a su propia vida.Se convierte en un trauma porque los menores sienten una amenaza inminente sobre ellos, sobre la cual no saben ni pueden actuar, ya que no tienen suficientes herramientas psicológicas.Ello comportará unas consecuencias negativas que, de sobrevivir a la amenaza, necesitará un tratamiento largo, hecho con sutileza, empatía, calidez y el máximo cariño posible.

¿ Cómo son las experiencias traumáticas, según la edad?

Efectivamente, según la edad del niño y del adolescente, el trauma se vive de una manera distinta:

  • Niño pequeño Se muestran impotentes, lloran y, si pierden de vista a sus padres o familiares – quienes ejercen de “protectores” – se sienten desesperados, salen corriendo, intentan esconderse o buscar ayuda de un adulto para que les devuelva junto a sus “protectores”. De cualquier forma, normalmente, no se dan cuenta de que existe la amenaza hasta que esta se hace realidad, en el caso del atentado, cuando queda desamparado por su padre/madre que ha resultado herido/a. Esto produce una intensa angustia junto con un profuso llanto
  • Niños escolares Progresivamente, al ir creciendo, los niños se van enfrentando a más peligros y pueden distinguir cuáles son menos o más graves. Asimismo, lentamente, adquieren la capacidad de elaborar la forma de protegerse ante uno de estos peligros, siempre y cuando no sea excesivo, es decir, no se imaginan siendo víctimas de un atentado terrorista ni ellos mismos ni sus padres o hermanos. En el caso de un niño en edad escolar cuyo padres o hermanos sean víctimas, el menor se sentirá culpable por no haber podido hacer nada para ayudarles. De la misma manera, se pueden asustar por sus propias reacciones emocionales – muy intensas, nuevamente – así como por las físicas.
  • Adolescente Como ya he dicho en otros posts, durante esta época, los amigos son el grupo de iguales que actúan como referentes en su búsqueda de la identidad. Juntos, juegan con los peligros, hasta límites, a veces, peligrosos y, por ello, es mucho más posible que se encuentren frente a situaciones traumatizantes como accidentes de tránsito. Puede ocurrir que un adolescente – de forma directa o indirecta – haya sufrido el atentado de Barcelona; eso, le habrá permitido tomar decisiones , ¿ debo intervenir o no hacerlo, por ejemplo, si hay un herido a mi lado? Y, sea cual sea su decisión, entraran en una disyuntiva con sus sentimientos ¿ lo habré hecho bien o no? Por tanto, sus reacciones – tanto físicas como emocionales – son muy intensas ya que se dan cuenta que la conducta humana viene dada por unas motivaciones e intenciones, que están muy relacionadas con la tradicional lucha entre el bien y el mal.

¿ Cómo es el síndrome del estrés postraumático infantojuvenil?

Los niños y adolescentes afectados desarrollan una sensación de peligro inminente con inquietud, nerviosismo, y ansiedad recurrente e inespecífica, seguida de la sensación de que algo terrible va a suceder, de forma inminente, a si mismo y a sus familiares.Esto produce que ante un estímulo ambiental intenso como puede ser una luz fuerte, una puerta que se cierra de repente, un ruido estruendoso… se le genere una intensa reacción de baja tolerancia a la frustación con elevada irritabiidad, la cual se puede proyectar en forma de reacciones de altamente irritables hasta agresivas sobre su familia, seguida de hipervigilancia hacia su contexto situacional, tremenda desconfianza y mucha suspicacia hacia las posibles intenciones de los otros, aunque sean bienintencionadas.

¿ Qué síntomas muestra un niño o un adolescente con estrés postraumáutico?

Entre los síntomas nucleares, podemos decir que se hallan;

  • Depresión infantojuvenil
  • Flashbacks, es decir, visualizaciones y recuerdos de los actos violentos vividos
  • Miedo, terror, ansiedad crónica y crisis de pánico como consecuencia de asociaciones conscientes o inconscientes con el trauma vivido
  • Deterioro y embotamiento intelectual
  • Paramnesias
  • Hipoprosexia
  • Focalización en el trauma vivido que puede llevar a la obsesión, de manera que se eclipsan las otras esferas vitales
  • Retracción social, evitando todo tipo de contacto socil, incluso con los amigos.
  • Dificultad o, incluso, incapacidad para experimentar alegría
  • Despersonalización
  • Tendencia al absentismo escolar, mediante la simulación de enfermedades, con posibilidad de fracaso escolar en el caso, sobretodo, de los adolescentes.
  • Insomnio
  • La victima percibe de manera exagerada cualquier comentario de sus padres y/o profesores como una crítica hacia ella
  • Hipervigilancia

¿ Cuál es su gravedad y duración?

El tiempo que se tarda en salir adelante puede variar entre dos a cinco años, con el tratamiento y la ayuda profesional necesaria.Sin embargo, es posible que la victíma sufra, el resto de su vida, las consecuencias de haber presenciado un atentado terrorista, dependiendo de la edad.

Así, podemos hablar de dos tipos de estrés postraumático:

  • Crónico o repetido Si se trata de un niño o adolescente que ya ha vivido otro suceso traumatizante, señalar que el hecho de haber pasado por anteriores experiencias, obviamente, no los hace más fuerte – sólo son niños o adolescentes- lo único que ocurre es que sus reacciones emocionales y físicas son más intensas y es más díficil – por no decir poco probable- superar el estrés postraumático
  • Demorado Amte una situación social, como el atentado, que amenaza la integridad física o psicológica del niño o del adolescente, estos pueden entrar en estado de shock.De esta manera, su organismo busca preservarse mediante una especie de “anestesia emocional”, que, con el tiempo, genera el cuadro de estrés postraumático. La manifestación de los síntomas, por tanto, se dan meses o años después del atentado, aunque, durante este iempo el niño o el adolescente ha podido ir reviviendo el mismo en forma de pensamientos, imágenes y emociones, sobretodo de aparición en el momento del sueño, en el que todo aquello que esta siendo reprimido, ya que resulta doloroso o amenazante, vuelve a la esfera de lo cognitivo

¿ Qué aprenden tras un suceso traumatizante como un atentado?

Sería esperable pensar que los niños y los adolescentes – igual que los adultos – al final, tras el suceso traumatizante, como es el atentado, aprenden sobre el lado bueno de las cosas; qué deben hacer en una situación en que corran peligro pero, por encima, incluso de esto, deberían – creemos – aprender acerca de los esfuerzos heroicos de otros – sean fuerzas de seguridad, sanitarios, emergencias, hasta taxistas,barrenderos, gente anónima,tantos…- por protegerlos o rescatarlos. Y – creemos- que, también, aprenden para qué sirve el apoyo – llegado de todos y de todo el mundo – para con los sobrevivientes y con la gente de Barcelona. Y – creemos- que aprenden acercan de la utilidd de que la ciudad se una en un solo grito #Notincpor, para dar a entender que nadie nos sublevará nuestro modo de vida, a la fuerza y sin permiso.

Y, con tanto creer, se nos olvida que estamos hablando de niños y adolescentes, a los cuales se les ha generado imágenes traumatizantes que, en el caso de los adolescentes, refuerzan, aún más, su concepto de #nofuture y, por ello, pueden pensar que no vale la pena luchar por sus sueños, o que no es necesario ser muy afectuoso con sus personas cercanas porque, en cualquier momento, él/ella mismo/a o sus familiares pueden desaparecer de forma trágica en mitad de un atentado .

Tanto para los niños como para los adolescentes, su perspectiva del mundo, de su seguridad y de su permanencia en el mismo, varían. Y, ello, hace que sea distinta su conducta ya que las experiencias traumatizantes, como el atentado, les dan la sensación de que su mundo se puede volver terrorífico, en cualquier momento, y que, en ese momento, nadie podrá dar una verdadera protección.