Miedo a sufrir otro ataque de pánico

A Candela, 32 años, le temblaban las manos, a pesar de que sudaba profusamente, tan sólo tras recordar el ataque de pánico que había sufrido un par de días antes. Ahora, toda su atención estaba centrada en la posibilidad de que esa mala experiencia se repitiera y, por tanto, se había convertido en un pensamiento recurrente negativo, que la bloqueaba, produciendo una importante interferencia en su vida sociolaboral, personal y familiar.

Pero, realmente, ¿es tan fácil que exista un segundo ataque de pánico? A continuación, os intento contestar todas estas dudas. Pero, empecemos por el principio;

¿Qué es un ataque de pánico?

Consiste en un período discreto de intenso miedo, aprensión, terror o malestar que va acompañado, frecuentemente, de una sensación de peligro o catástrofe inminente y deseos de escapar, acompañado de, al menos, cuatro de los siguientes síntomas, que aparecen repentinamente y alcanzan su máximo en unos 10 minutos, siendo estos: temblores, palpitaciones o taquicardia, sudoración, sensación de falta de aire o ahogo, sensación de atragantamiento, dolor u opresión en el pecho, náuseas o malestar abdominal, sensación de mareo, inestabilidad o desmayo, desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (sentirse separado de uno mismo), miedo a perder el control o a volverse loco o a morir (frecuentemente, de un infarto), parestesias (entumecimiento o sensación de hormigueo), calor o frío de repente.

Durante un ataque de pánico, se produce la sintomatología fisiológica debido a la activación autonómica incrementada pero, dichos cambios, ocurren – de la misma manera – durante diversas actividades como, por ejemplo, el ejercicio físico. Por tanto, igualmente, un ataque de pánico puede dejar a quien lo sufre, agotado/a y con una ansiedad residual de moderada a elevada, pero no son peligrosos para la vida del paciente.

¿Hay distintos tipos de ataques de pánico?

Efectivamente, según Street, Craske y Barlow ( 1989) clasificaron los ataques de pánico en:

  • Señalado. Es aquel percibido por el paciente como, claramente, asociado a un estímulo externo ( por ejemplo, viajar en metro) o interno, el cual puede ser de dos tipos: físico – como las palpitaciones – o cognitivo, como los pensamientos acerca de la muerte.
  • No señalado o espontáneo. El paciente no es capaz de identificar estímulos claros asociados con el ataque de pánico aunque es probable que los mismos existan y la persona no sea consciente ya que son en forma de sensaciones internas cognitivas.
    El tipo más característico de ataque de pánico espontáneo es el nocturno, que se da durante las fases REM. Así, según Clarks y Salkovskis ( 1987), mientras dormimos, controlamos nuestro mundo externo en relación con sonidos personalmente significativos – nuestro nombre o el llanto de nuestro bebé, si eres mujer- de modo que, dicho sonidos, tienen tendencia a despertarnos de nuestros sueños. Por tanto, parece razonable suponer que, también, controlamos nuestro mundo interior en relación a eventos significativos. Así, alguien preocupado por su corazón, puede tener un ataque nocturno de pánico inducido por sus palpitaciones que fueron percibidas e interpretadas erróneamente durante el sueño.
    McNally ( 1984), también, propuso que los pacientes responden con miedo a ciertas sensaciones corporales tras haber despertado por un aumento de la activación. Igualmente, Barlow ( 1988) manifiesta que diversos cambios internos durante el sueño pueden servir como antecedentes del pánico para las personas propensas como, por ejemplo, ritmo cardíaco y respiración reducida durante el sueño de ondas lentas

¿Qué ocurre durante una crisis de pánico?
Es probable que Ud respire más rápido, más profundamente o ambas cosas, a la vez. Por tanto, se reducirá la cantidad de CO2 en sus pulmones y ello, le producirá una serie de sensaciones fisiológicas desagradables, tal y cómo hemos dicho al inicio.

Todas estas sensaciones harán que se sienta más asustado/a, ya que no sabe – con seguridad – lo que le esta ocurriendo y, por ello, – como humanos que somos – tenderá a pensar en lo peor; por ejemplo, al inicio del ataque, las personas suelen tener pensamientos de peligro inminente como “ me va a dar un ataque al corazón y me voy a morir” mientras que otros piensan “ me estoy volviendo loco y voy a perder el control de mi mismo” En cualquier caso, los pensamientos están ligados a los síntomas o sensaciones.

Imaginemos que tenemos diversos pacientes, esta podría ser la correlación entre sensación y pensamiento:

  • Taquicardia, palpitaciones. Piensan: estoy teniendo un infarto, mi corazón se parará y me moriré
  • Sensación de ahogo o de falta de aire. Piensan: Voy a dejar de respirar, me ahogaré y me moriré
  • Sensación de irrealidad. Voy a volverme loco y a perder el control
  • Parestesias o debilidad en los brazos o piernas. Estoy teniendo un ataque fulminante, una apoplejía, un ictus,…
  • Sensación de mareo y desmayo. Me voy a desmayar, me caeré al suelo y perderé el conocimiento
  • Sentirse distante, tenso y sudoroso. Voy a gritar o a perder el control de mi conducta

Todos estos pensamientos sólo sirven para asustarle aún más, con lo cual ya está aterrorizado y con tendencia a respirar más rápido y profundamente y ello empeora todavía más las sensaciones corporales, lo cual hará que estos pensamientos negativos recurrentes se tornen en aterradores, creando un circulo vicioso el cual, a su vez, le llevará a hiperventilar y ello, aumentará sus sensaciones físicas y, a la vez, los pensamientos de los que estamos hablando y, así, sucesivamente. Todo ello, ocurrirá de forma muy rápida, dando la sensación que el pánico ha llegado “de repente” – algunos pacientes dicen “ como llovido del cielo” o “como caído del cielo” – Y, a pesar de que tanto los pensamientos como las sensaciones son mu desagradables, si se fija, nunca le causan ningún daño. Un ejemplo muy claro; los pacientes a quienes aterra desmayarse, caer al suelo y perder el conocimiento. Sin embargo, ello es fisiológicamente imposible porque, dada la hiperventilación que el propio paciente se provoca de forma inconsciente, el número de palpitaciones aumenta – a veces, llega hasta la taquicardia – con lo cual el bombeo de sangre hacia otras partes del cuerpo es superior y, por tanto, la presión arterial aumenta- hipertensión- lo cual es totalmente opuesto a una de las características necesarias del desmayo que es la disminución de la presión arterial o hipotensión.

¿Cuáles son los desencadenantes de una crisis de pánico?
En general, siempre existe un desencadenante que inicia el ataque y que se puede identificar si se presta atención a lo que sucede al inicio del ataque – cosa difícil, por otro lado – Sin embargo, el desencadenante más habitual suele ser una sensación corporal aunque, también, puede serlo un pensamiento o una situación. A veces, el pánico puede ser desencadenado por estar estresado o ansioso por otras preocupaciones o porque le llegué a la mente la imagen de algo/alguien muy inquietante. De la misma manera, diversas sensaciones corporales como suspirar excesivamente cuando estamos cansados/hartos de algo, palpitaciones y ahogo al subir escaleras, los efectos de beber demasiado café o de no dormir suficientes horas. Respecto a los pensamientos desencadenantes, pueden estar relacionados con oír hablar de alguien que ha muerto, de un síntoma determinado que creemos tener o pensar en posibles problemas futuros.

Sí, pero ¿ puedo tener un segundo ataque de pánico?

Una vez que las crisis de pánico han ocurrido algunas – pocas – veces, hallarse en una misma situación dónde tuvo un ataque, puede ser un desencadenante propicio para tener nuevos ataques. La preocupación por tener nuevos ataques en esta situación, produce que la persona se ponga ansiosa y empiece a hiperventilar. Si, casualmente, cuando Ud tiene un ataque de pánico, una de sus sensaciones corporales es el ahogo, entonces, todavía tenderá a hiperventilar más, prestando más atención a cualquier señal corporal que se pueda originar y, a la vez, atrae hacia su mente preocupaciones acerca de lo que podía haber producido los anteriores ataques y lo que podría suceder si tuviera más.

Por tanto, estas situaciones acaban generando crisis de pánico por diversas razones:

  • Le recuerdan una experiencia anterior desagradable que le pone ansioso
  • Le hacen prestar atención a su organismo, notando más sus sensaciones desagradables
  • Hiperventila al anticipar una posible situación desagradable
  • Pensamientos atemorizantes sobre lo que le podía haber causado los ataques anteriores

¿ Intentamos controlar el pánico?

¿ Es Ud de los que cree que no se puede? Se equivoca, ¡ sí, se puede! Obviamente; hay que poner actitud, ganas y trabajo pero se puede

Uno de los primeros pasos es saber controlar la respiración – pero, de ello, hablaremos en un próximo post- Reservado, hasta entonces, el tema del control de la respiración y, sobretodo, de la hiperventilación, veamos que más hacer:

  • Observe cuidadosamente las sensaciones corporales y los pensamientos que tiene, en este momento. En vez de ponerse triste porque ha tenido un ataque de pánico, piense que es otra oportunidad para aprender más sobre lo que le ocurre y cómo controlarlo
  • Observe su respiración; ¿ cómo es?¿ rápida, profunda, hay muchos suspiros?
  • Vamos a pasar a respirar suave y lentamente, de forma acompasada, inhalando por la nariz y exhalando – muy lentamente – por la boca
  • Observe lo que pasa en su mente; ¿ qué cree que es lo peor que podría pasar? ¿ en qué se basa?¿ algún síntoma físico que apoye lo que dice?
  • Concéntrese sólo en su respiración pero, a medida que su respiración se hace más lenta, tendrá deseos de respirar más profundamente. Intente no hacerlo. Si no puede, trague saliva; ello debe ser suficiente para evitar ese deseo
  • Si le es imposible resistirse a tomar una bocanada de aire, manténganlo durante 5-10 segs y luego déjelo salir lentamente. Intente volver a respirar de forma acompasada
  • Cuando la respiración ya está bajo control, observe qué ocurre con las sensaciones corporales y con la ansiedad ya que, a medida que la hiperventilación los pensamientos recurrentes que nos dan miedo disminuyen, podemos pensar qué hemos aprendido de todo ello; ¿ las sensaciones fisiológicas son causadas por lo que temo? ¿ o es más probable que exista un circulo vicioso: hiperventilación, sensaciones fisiológicas, pensamientos atemorizantes, aumento de la ansiedad, más hiperventilación,…y continuamos? ¿ Qué cree que pasaría?
    Por cierto, si tuviera una enfermedad grave, ¿ es posible que esta pauta de hiperventilar y pensamientos atemorizantes, cambiarán sus síntomas, o no? En este caso, la respuesta es clara; los síntomas de su enfermedad seguirán existiendo independientemente de la hiperventilación y los pensamientos y, por tanto, no se verán afectados por estos, lo cual significa que el circulo se puede romper y dejar de tener otros ataques después del primero

Piense que con un control suficiente tanto de la hiperventilación – de la cual hablamos en el siguiente post- como de los pensamientos catastróficos, negativos, recurrentes y atemorizantes, se puede controlar el pánico para que no se produzca un segundo o más ataque de pánico después del primero. La práctica suficiente, y cada vez mejor, hará que pueda controlar el pánico, incluso, en momentos muy estresantes.
¿Cuáles son los tratamientos más eficaces?
1) Todos aquellos que se hallen dentro de la orientación cognitiva-conductual puesto que son las técnicas que muestran una mayor eficacia:

  • Exposición in vivo a situaciones temidas si estas son las desencadenantes de crisis de pánico
  • Técnicas de respiración ( diafragmática, abdominal)
  • Las múltiples técnicas de relajación existentes
  • Inervación vagal
  • Parada de pensamiento

2) Realidad virtual. Como coadyuvante de la terapia cognitivo-conductual, se utiliza para disminuir la ansiedad ante determinados estímulos aversivos, es decir, todos aquellos estímulos que nos podrían desencadenar una crisis de pánico. Existen entornos relacionados con cualquier posible miedo o fobia y, además, también lo podemos usar – con una eficacia probada – para la práctica de:

  • Mindfulness
  • Técnicas de Respiración
  • Técnicas de Relajación

3) Tratamiento farmacológico. ¿ Pensando que lo olvidaba? No, pero sí. Este país es uno de los mayores consumidores de ansioliotícos y antidepresivos del mundo. En la mayoría de las ocasiones, una buena terapia sería suficiente. ¿ Qué ocurre?

  •  “ La terapia es lenta” Sí, pero depende; del tipo de terapia, de la actitud de paciente y terapeuta, de cuánto tiempo llevamos con las crisis de pánico y sin tratar…
  •  “ La terapia es cara” No, necesariamente; terapeutas y serios, los hay que cobran sus sesiones entre un amplio rango de precios. Sin embargo, hay la tendencia a pensar “si es barato, es malo”
  • “ Voy a tomar ansioliotícos pero seguiré viniendo a terapia” No se cumple porque como el ansioliotíco “esconde” las sensaciones fisiológicas, uno se olvida del resto de circulo vicioso pero esté persiste y, cuando se dejen los fármacos, la ansiedad reaparecerá, con mayor intensidad, en muchos casos; es el efecto rebote

4) Dieta

Debe evitar :

  •  consumo de cafeína, teína, bebidas como coca-cola, tónica u otras gaseosas porque pueden aumentar la ansiedad.
  • alcohol, en ninguna forma.
  • comidas pesadas o alimentos que puedan producir una sensación de atragantamiento

5) Ejercicio físico

Debe evitar:

  • Saunas
  • Aerobic
  • Jogging si el clima es muy frío o muy caluroso

Bibliografía

  • Street,L.L., Craske,M.G., y Barlow, D.H. ( 1989) Sensations, cognitions and the perceptions of the cues associated with expected and unexpected panic attacks. Behaviour Research and Therapy,27,189-198
  • Clarks,D.M. y Salkovskis, P.M. ( 1987) Cognitive treatment for panic attacks. Therapist’s manual.Oxford: Autor
  • Mc Nally,R.J. ( 1984) Panic disorder: a critical analysis.New York:Guilford
  • Barlow,D.H. (1988) Anxiety and its disorders: the nature and treatment of anxiety and panic.New York: Guilford