No me gustan los amigos de mi hijo adolescente

Hace unos días, Zoé una paciente adolescente de 16 años – aunque, ella apostilló pronto “casi 17 “- acudió a la consulta, sorprendentemente, acompañada de sus padres los cuales, además, sin previo aviso, se “autoorganizaron” una terapia familiar “mini” puesto que no se hallaban presentes los hermanos de Zoé – una hermana mayor, de 20 años y un hermano menor, de 12.  Obviamente, el enfado de Zoé – y, en cierta manera, el mío, porque todo habría resultado más sencillo si lo hubiéramos previsto y hablado previamente – fue mayúsculo ya que el tema de la reunión eran las “amistades” de la paciente. Y, es que los padres no entendían como su educada, tímida, obediente, ordenada y superestudiosa hija, “de repente”, estaba peleando con ellos, día sí y día también, por hacerse un tatuaje muy pequeño “y encima ¡tú lo encuentras bien!” – lo acabará haciendo igual, pero no me escuchan- o un piercing “y tú, ¡también la apoyas!” – ¿por qué no habláis?, pero no me escuchan – o les pide llegar más tarde y, ¡claro!, todo ello es culpa de las amistades porque admitir que su hija ya es algo más que una adolescente, igual sería admitir que el tiempo se les ha escapado, mientras estaban en otra parte…

Adolescencia y amistad

Como se ha dicho en otros post, la adolescencia es la etapa de búsqueda y desarrollo de la identidad de cada persona, en la que, además, los adolescentes aprenden las habilidades sociales para establecer unas buenas relaciones interpersonales – tanto dentro del núcleo familiar como de forma independiente al mismo – lo cual les servirá para desarrollarse en su contexto social y, por tanto, adoptar de forma coherente y adecuada el rol social de la época adulta.

Además, como etapa “rebelde” en el sentido de cuestionamiento de la normativa de los adultos – ya sean padres, profesores u otros adultos-los adolescentes buscan alejarse de la protección familiar, de una forma desafiante, en ciertos casos, para pasar varios días solos con los amigos, ya sea por un deseo propio o bien, inducidos por los amigos  “estaremos todos, no serás tú menos”, “deja a tus padres (viejos) en casa”, “si no se han preocupado por ti, ¿por qué te vas a preocupar por ellos?”…

Así, los grupos de amigos ayudan al desarrollo de la identidad del adolescente, de manera, que, al inicio, no se tiene en cuenta el sexo para formar el grupo y las relaciones son tan estrechas con unos como otros ya que todos son vistos como “individuos” con quienes compartir experiencias y, por tanto, formar recuerdos nuevos. Sin embargo, a medida que va pasando la adolescencia, se va dando una segregación por sexos, de manera que las chicas tienden a ser más íntimas de las chicas y, los chicos, de los chicos. No obstante, este período tiene una corta duración y, rápidamente, el grupo se vuelve a reunificar y, entonces, es cuando se empiezan a dar las primeras relaciones de pareja.

¿Qué consigue un adolescente de sus amigos?

  • Consolidación identidad. El inicio de la adolescencia marca la búsqueda de la identidad que se debe ir consolidando a lo largo de toda esta etapa. Además, todo aquello que había formado su mundo hasta ese momento – su familia – se hace pequeña, deben tener nuevas relaciones y, por tanto, crear redes de amigos, y descubrir su lugar en este mundo.
  • Grupo de iguales. Se llaman así porque suelen ser unos adolescentes semejantes respecto a gustos, intereses… y, así, es fácil establecer relaciones de confianza y lealtad. Además, se sienten cómodos hablando porque, a todos ellos, les están pasando las mismas cosas.
  • Aceptado tal cómo es. Es muy importante para el adolescente que, en mitad de los cambios que experimenta, sea aceptado tal y cómo es por su grupo de amigos.
  • Independencia. Una de las quejas de los padres es que, dentro del grupo de amigos, sus hijos hacen lo mismo que sus amigos y, por tanto, todos acaban siendo iguales. Pero, en realidad, lo que ocurre es, justamente, lo contrario ya que su hijo/a usa el hecho de ser miembro del grupo para crear su propia identidad. Y, ciertamente, a los padres les duele mucho – más que nada, muchos de ellos ven la sombra del síndrome del nido vacío cercana – pero  esta parte de consolidación de la identidad, es necesario que lo hagan de una forma independiente.

¿Cómo se deben comportar los padres ante los amigos de sus hijos adolescentes?

Los padres tienen muchas dudas acerca de los amigos de sus hijos y de los efectos que pueden tener en sus hijos pero, también, en sus notas, en su tiempo de ocio, en el tiempo que le “quitarán” a la familia – lo cual es un concepto erróneo- la posible inducción al consumo de alcohol y/o de sustancias – sin tener en cuenta que nadie toma nada en contra de su voluntad. Asimismo, existe la tendencia protectora a evitarles el sufrimiento de las decepciones o las deslealtades. Aunque la preocupación familiar es lógica, respecto a intentar proteger a nuestros jóvenes hijos de las malas amistades, debemos pensar que ello es una experiencia que permite al adolescente crecer como persona, fortalecerse y acabar de construir su self. No es fácil, pero… nadie dijo que lo fuera.

Con respecto a este tipo de amistades, los padres deberían:

  • Conocer a los amigos. Teniendo en cuenta que la influencia del grupo es muy elevada para tu hijo adolescente, cuánto más conozcas a esté grupo, será más posible que ejerzas algún tipo de influencia minoritaria que, como mínimo, evitará problemas mayores.
  • Atención para evitar los posibles problemas. Tal y cómo se ha dicho en el punto anterior, los padres deben ejercer su influencia minoritaria en forma de observación para ver qué tipo de influencia tiene el grupo de amigos sobre tu hijo/a. En general, suelen ser gustos musicales, marcas de ropa o deportivas, aficiones. Sin embargo, en algunos casos, la influencia se practica en cuestiones como el consumo de alcohol y/o sustancias de abuso o actividades peligrosas y/o  delictivas. En este caso, requiere la inmediata intervención de los padres, siendo muy útil buscar ayuda profesional.

Pautas para padres

  • Comunicarse. Cuando se crítica, presupone, juzga o prohíbe a tus hijos adolescentes, se callarán pero harán lo que quieren, sin vuestro permiso. Debéis intentar saber cómo vuestros hijos ven a sus amigos y porqué se lo pasan bien con ellos. Es importante dejar las puertas abiertas al diálogo con vuestros hijos, sin imposiciones; las preguntas deben huir del interrogatorio “¿dónde estás?, ¿con quién estás?, ¿qué estás haciendo?” porque lo único que vais a conseguir es que vuestro hijo apague su móvil, si esta fuera de casa, con lo cual -si estáis en lo cierto respecto a sus amigos- perdéis su pista. Una vez en casa, evitad también este tipo de preguntas porque les van a sonar a control y harán que se les pase, a menudo, la idea de independizarse junto a sus recién estrenados amigos y, sin tener en cuenta, lo que ello significa a nivel económico. Por ello, usad preguntas abiertas no directivas, siempre, del tipo “¿cómo ha ido?, ¿qué tal os ha ido hoy?”
  • Haz de tu casa un punto de encuentro. Sentaros y hablad con tu hijo de forma clara, campo –  decidle que no hay problema para que traiga a sus amigos a casa – es la mejor forma para que vosotros podáis conocerlos, en vuestro campo – Pero una vez aquí, haced que se sientan tranquilos, calmados  y que puedan disfrutar, para que no tengan prisa por irse y para que se sientan bienvenidos, de forma que puedan pasar a recoger a tu hijo/a – sin necesidad de preguntarlo – siempre que quieran, pero con los límites suficientes para no invadir la privacidad.
  • Conocer a los padres de los amigos. Especialmente, en el caso de adolescentes tempranos, es bueno buscar la manera de establecer el contacto con los padres de los amigos de vuestro hijo/a y hablar acerca de lo que piensan que es o no es correcto. Esto os dará una pista acerca de cómo es el amigo/a de vuestro adolescente. De cualquier manera, este encuentro no debe consistir – bajo ningún concepto- en una especie de entrega de “manual del perfecto padre del perfecto amigo para mi hijo” sino que la comunicación debe ser abierta y directa.
  • Paciencia. Los padres sólo deben intervenir en aquellos casos en que, realmente y de forma objetiva, un amigo/a esta siendo una influencia perjudicial.
  • Confianza. Especialmente, en la capacidad de tu hijo para darse cuenta de si alguno de sus amigos ejerce sobre si una influencia negativa pero, también, para darse cuenta de si la influencia es positiva. Como padres, no podéis actuar condenando todas las amistades de vuestros hijos por vuestra percepción, por mucha experiencia más que tengáis que ellos. Además, es importante para el crecimiento personal que cometan sus propios errores.
  • Respeto. Exactamente, el mismo que os deben a vosotros, pero dadles algún tiempo para estar con sus amigos y ser respetuosos con ese tiempo, sin excederse. Especialmente, si aún son menores de edad, deben saber cuáles son sus responsabilidades en todos los contextos y que deben priorizar la familia.
  • Establecer límites. Muy necesario para cuando no estáis seguros acerca de la influencia de algunos amigos de vuestros adolescentes. Ante todo, sentaros y hablad clara y sinceramente con vuestros hijos ya que es muy necesario que entiendan la importancia de tener buenos amigos, aquellos que durarán toda la vida, porque sus valores y los del adolescente son altamente similares.

1 Comentario

  • Publicado 29/03/2021

    Mireya Gomez

    Excelente contenido, muchas gracias por compartir la información. Mi hijo tiene amigos muy raros pero creo que es cuestión de conocerlos bien. Saludos

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