Para el profesorado tal vez no resulte fácil observar la presencia de algunos de estos trastornos en su alumnado.

El primer signo que resultará llamativo será la pérdida significativa de peso sin una causa que lo justifique, pero también pueden observarse ciertos cambios en el comportamiento como la preocupación excesiva por el ejercicio físico,una hiperactividad, un incremento de las horas de estudio en detrimento del tiempo utilizado para actividades lúdicas, una falta de concentración y aprendizaje o también observar cambios en el carácter como irritabilidad, retraimiento o aislamiento social.

Si existe la sospecha de enfermedad es aconsejable un acercamiento a la alumna para interesarse por su estado físico y emocional. Para ello, habrá que tener en cuenta que:

  •  Puede que a la persona afectada le resulte difícil y conflictivo hablar del tema y sobre todo  puede llegar a negarlo.
  •  Hay que respetar a la persona en cuanto a la información que desea dar.
  •  Habrá que intentar ponerse en su lugar para  entender cuales son sus miedos y preocupaciones.
  •  Hay que hacerle ver que comprendemos sus sentimientos y darle a entender que nos preocupa, pero no manifestar una excesiva alarma.
  •  Si se considera apropiado comunicarlo a la familia, la persona afectada debe saberlo previamente y, si es posible, debe estar presente cuando se cite a los padres.

A la familia se le preguntará si ha observado algunos de estos síntomas físicos, psíquicos o comportamentales:

ANOREXIA

Síntomas físicos

• Pérdida alarmante de peso

• Amenorrea

• Intolerancia al frío, aparición de vello

• Tensión arterial baja, arritmias

• Vómitos

Comportamentales

• Negación del hambre

• Pánico a ganar peso

• Restricción de alimentos que tengan un alto contenido calórico

• Disminución de la ingesta de líquidos

• Conducta alimentaria extraña: comer de pie,cortar el alimento en pedacitos, estrujar los alimentos, lavar los alimentos.

• Hiperactividad tras la comida

• Aumento del ejercicio físico

• Incremento de las horas de estudio y de las actividades supuestamente útiles

• Disminución de las horas de sueño

• Irritabilidad

• Pesarse compulsivamente

• Uso de laxantes y diuréticos

• Aislamiento social

Los síntomas de la BULIMIA son

• Aumentos y disminuciones de peso

• Atracones y vómitos posteriores

• Lesiones en las manos por vómitos autoprovocados

• Constantes dietas, ayunos y utilización de laxantes y diuréticos

• Realización de ejercicio físico intenso
 
¿Cómo ayudar a las familias?

Frecuentemente son los propios padres quienes buscan ayuda terapéutica puesto que su hija niega la enfermedad y no es raro que este  paso sea difícil de dar ya que aparecen el miedo y la culpa. En ocasiones, la familia no reconoce la seriedad del trastorno, piensan que debe tratarse de manías, que será algo pasajero,
se aferran a la supuesta sensatez de la hija, “una niña tan responsable e inteligente, con tanta fuerza de voluntad para los estudios,reaccionará y abandonará esa actitud

Otras veces, sí reconocen el problema pero mantienen una actitud de espera por miedo a que intervenir agrave la situación, cree otros conflictos familiares o sencillamente, porque no saben qué se puede hacer. También, puede suceder que pretendan resolver por sí mismos el problema sin pedir ayuda profesional, ya sea porque hacerlo sería admitir que han fracasado en la educación de su hija o por miedo a que salgan, de esta manera, otros problemas familiares.

Puede transcurrir mucho tiempo antes de que los padres se den cuenta de que un trastorno de alimentación puede ser muy grave y esto puede dificultar y retrasar la recuperación.Por ello, será importante ayudar a las
familias a mejorar su comunicación. Un ambiente familiar que favorezca la comunicación y la expresión de sentimientos y afectos es la mejor vacuna contra un trastorno de alimentación.

Hablar de forma sincera y franca comporta muchas ventajas, así como negociar las cuestiones que implican a la familia. Aceptando que el acuerdo en todo es casi siempre una utopía y que la unión perfecta es imposible; lo mejor es intentar buscar soluciones que satisfagan a todos.

La familia ha de prestar atención a las preocupaciones que por el peso manifiesta su hija,su miedo a engordar, y las quejas continuas sobre su aspecto físico, intentando escuchar sin apresurarse a quitar importancia a sus comentarios, habrá que valorar hasta qué punto esto les hace sentirse mal e intentar descubrir qué factores están provocando estas emociones y, en los casos en los que no se sepa cómo actuar, pedir ayuda profesional.

Cuando los hijos crecen es habitual que se desorganicen las comidas familiares. Es muy importante, mientras se pueda, mantener la rutina de la comida juntos, al menos una vez  al día.