Cómo educar a los niños a ser optimistas

Noa, de 12 años, no dejaba de darle vueltas a sus pensamientos negativos “No me gusto”, “No sirvo para nada”, No le gusto a los demás”… Y, a pesar de que en las sesiones periódicas que teníamos con los padres, parecía quedar claro que era necesario motivarla, darle refuerzo positivo –siempre y cuando su conducta lo permitiera- lo cierto es que todo acababa cayendo en un saco roto y agujereado. ¿Se equivocaban los padres de Noa? No se trataba de eso, la cuestión es que estaban menospreciando algo tan importante cómo enseñar a su hija a ser optimista y ver la parte positiva de sus propias dificultades.

¿Qué es eso del optimismo?

Desde el punto de vista de la inteligencia emocional, el optimismo es una actitud que nos impide caer en la apatía o en la tristeza profunda ante las dificultades. Por tanto, es una cualidad de la inteligencia emocional que nuestros hijos pueden aprender –o no– todo depende de su entorno.
Por su parte, el psicólogo Martin Seligman realizo un estudio según el cual las personas optimistas se deprimen menos, tienen mejor salud y mayor rendimiento escolar y, posteriormente, laboral.

Según este mismo trabajo, las posibilidades de estar deprimido a más temprana edad, se han multiplicado por diez ¿Vale la pena poner de moda el optimismo?

Pero no se trata de una emoción ni de un estado de ánimo, sino que es una actitud hacia la vida, que se puede convertir en hábito –si se quiere– y, sólo entonces, acaba reportando emociones positivas. Hay que pensar que el optimismo permite enseñar a nuestros hijos que todos tenemos “cosas buenas y cosas malas” pero, nuestras circunstancias y todo lo que nos pasa, también. Por ello, no hay que esperar momentos perfectos –más que nada porque no existen– y nada se convertirá en una catástrofe sino ocurre según nuestras expectativas.

Sólo, de esta manera, conseguiremos que nuestros hijos puedan tener una educación equilibrada, sana y divertida y, para nosotros, como padres, obtendremos el saludable beneficio de ver en perspectiva quienes son –unas personas en desarrollo y aprendizaje continuo-, lo que hacen –se equivocan, quieren abandonar, se ilusionan, se levantan- y lo que nos gustaría que fueran.

 

Y, ¿cómo se enseña el optimismo?

Hay que diferenciar entre educar y enseñar. La familia es el agente socializador primario y, como tal, es la encargada de educar al menor en valores –los que considere más valiosos– pero, también, en hábitos, costumbres e, incluso, mostrarles cómo se deben enfrentar a las dificultades que la vida les pondrá delante. Con el tiempo, nuestros hijos van cogiendo todos estos “ladrillos” y van construyendo su propio “edificio” cognitivo que es constituido por su forma de pensar, su forma de hacer y su forma de sentir.

Y aquí nos preguntaremos, ¿y la escuela? De esto se trata; al colegio, nuestros hijos van a aprender mates, lengua, ciencias, inglés y todo el resto de asignaturas del curriculum que sus maestros les enseñan pero su misión no es educar, ¿Obvio, no? En ocasiones, no tanto…

Aunque nosotros eduquemos, para nuestros hijos va a ser un aprendizaje y esté empieza a edades tempranas, en que los niños tienen la mente curiosa puesto que son como un lienzo en blanco, dispuesto a absorber lo que les puede llamar su curiosidad y, por eso, es importante educar de forma positiva, ya que el lenguaje crea realidades y si empezamos cualquier frase con un NO, la mente de nuestros niños se focalizará en ese NO, desperdiciando el resto del contenido de la frase, por muy optimista que sea

Sin embargo, inicialmente, debemos tantear si nuestros hijos tienen un pensamiento más negativo o más positivo y, para ello, dependiendo de la edad, se puede jugar o hablar acerca de reacciones negativas -muchas veces, van bien para ello, los cuentos, las fábulas e, incluso, los cómics y, últimamente, Youtube– como pueden ser la tristeza, la rabia o la decepción. Entonces, le preguntáis a vuestro hijo, como se siente acerca de esa emoción. A veces, os podréis encontrar distorsiones catastróficas del tipo “ Yo nunca le haría esto a un amigo” o “ Siempre esta mal hacer esto a una amiga”. Entonces, debemos enseñarle a educar su estructura de pensamiento para que no esté distorsionada y para que sea más optimista, por ejemplo, indicándole que, estas palabras extremas, se pueden sustituir por otras menos exageradas como “A veces, a menudo, ocasionalmente, con frecuencia…”

Nuevamente, depende de la edad de vuestro hijo que entienda este proceso, ya que si es un niño muy pequeño, se aburrirá y acabará yéndose a otra cosa. En estos casos hay que simplificar las cosas y convertir sus frases negativas en positivas hasta que lo interiorize como un hábito y lo haga por si sólo

En todo caso, no es fácil educar a nuestros hijos para que afronten la vida de una manera más optimista, explicándoles que todo ocurre por alguna razón, que la suerte existe pero te tiene que pillar trabajando, y que toda conducta tiene una consecuencia –a lo largo de toda su vida y no sólo ahora porque son pequeños- con lo cual, no caigas en la trampa fácil del castigo sin una conducta negativa previa.

¿De que manera es un niño optimista?

Reúnen una serie de características:

  • Son capaces de describir una adversidad vivida e, incluso, un error cometido por ellos al intentar actuar de una forma determinada, pero no se autocritican ni se autocastigan por ello
  • Se dicen que los problemas son temporales y todos tienen alguna solución
  • Ante un conflicto, intentan superarse a si mismos
  • Intentan desarrollar al máximo sus habilidades
  • Enferman menos
  • Si actúan de una forma correcta, creen que sus expectativas se cumplirán
  • Menos inseguro
  • Evita la apatía y aburrimiento
  • Menor posibilidad de sufrir ansiedad, estrés o depresión, sobretodo, ante las adversidades
  • Más relajados y tranquilos
  • Entusiastas en sus actividades diarias

Y, ¿ cómo deberían ser los padres?

  • No debemos usar palabras extremas del tipo de “siempre”, “nunca”, “deberías” o expresiones del tipo de “nunca vas a cambiar” porque le estamos diciendo al niño que es incapaz de corregir sus errores y, por tanto, transmitiéndole una imagen negativa de si mismo.
  • Si, por ejemplo, tu hijo te trae malas notas a casa de forma reiterada, te puede generar frustración, malhumor, enfado e, incluso, en algunos casos, rabia, contra el modelo de hijo mental que te habías hecho y que no es tu hijo, ¿Y qué? De Einstein también dijeron, sus profesores a su padre, que “Era tonto” ¡Y fíjate! Puedes elegir; le transmites tus emociones negativas –con lo cual le generas una culpabilidad que hará que siga trayendo malas notas– o le explicas el ejemplo de Einstein, visión optimista, a ver cómo van las notas, me cuentas…
  • Tu hijo ha hecho una travesura, te han llamado del colegio, pero no lo reconoce, ¿Qué haces? Puedes volver a descargar todas tus emociones negativas o le das la oportunidad de que analice, con vosotros, la situación y las posibles consecuencias. Así, sentirá que estáis sentados a su lado para ayudarle, no sólo para castigarle.
  • Debes ver los problemas de tus hijos como oportunidades para que vuestra relación se fortalezca y para que puedan ver los problemas desde una vertiente más enriquecedora.
  • Si nuestro propio pensamiento, como individuos, independientemente del rol de “padres”, es de tipo negativo y, más aún, catastrófico, deberíamos intentar buscar ayuda profesional para conseguir, ante todo, tener un pensamiento de tipo racional, positivo y, un paso más allá, optimista. Debemos pensar, ocupando el rol “padres”, que actuamos como modelos de conducta para nuestros hijos, que copian de nosotros, la forma cómo enfrentamos y solucionamos los problemas y dificultades de la vida cotidiana, tanto pequeños como mayores.

¿Cuáles son las principales pautas para padres en la educación en positivo?

  • Actitud: Basicamente, retomo lo anterior; los padres somos modelos de conducta para los hijos y, por tanto, nuestra actitud ejercerá un papel fundamental en la educación de nuestros hijos.
  • Buen humor: Enseñar optimismo no implica, necesariamente, que nos pasemos el día divirtiéndonos y riéndonos de todo, no, eso significará que estaríamos en el lado opuesto “pasando de todo” y la cultura de la indiferencia esta bastante alejada de la educación en positivo o en optimismo. Sencillamente el buen humor, aumenta la autoestima y, ya hemos hablado en otros artículos sobre los múltiples efectos beneficiosos de la risa.
  • Agradece: Enséñale a tus hijos que es básico estar agradecido y que, de hecho, cada día, como un ritual, deberían escribir su diario de gratitud, si tienen edad suficiente y, si no, antes de acostaros, podríais guardar unos minutos para hablar todos juntos de cómo os ha ido el día, de lo que esperáis del siguiente y para agradecer por tres personas o cosas buenas del día.
  • Hechos: Es fundamental para que un niño sea optimista, que se sienta querido, y por ello es importante demostrárselo con gestos, acciones y no sólo con palabras. Tampoco es necesario pasarse el día comprándole cosas, recordemos que los niños precisan, sobretodo, de tiempo de calidad con sus padres.
  • Aplaude todo lo que hace bien, lo que consigue, sobre todo, si ha sido algo que le ha costado mucho, porque es la mejor manera de fortalecer su sentido de éxito.
  • Sigue luchando, especialmente, contra el desánimo y el pensamiento negativo. A veces, nos parece que no podemos salir de dónde estamos, que no lo podremos conseguir, que no podrá ser, pero siempre hay una salida, y esto es lo que le debes mostrar a tu hijo.

 

Bibliografía

• Seligman, M.E.P (2011) Niños optimistas: Como crear las bases para una existencia feliz Ed.DeBolsillo
• Shapiro,L.E.(1999) La inteligencia emocional de los niños Ed.Javier Vergara,S.A.