Todos sentimos miedo cuando estamos en peligro o ante una amenaza inminente. El miedo es una emoción “fundamental”: universal, inevitable y necesaria. Como todas las especies animales, el ser humano está programado por la naturaleza y la evolución (a través de una serie de cambios fisiológicos relacionados con el sistema nervioso autónomo y el endocrino), para que de manera instintiva sintamos miedo ante la percepción de peligro.
El miedo normal
Es una alarma bien calibrada. En su activación el miedo sólo se dispara en el momento apropiado, ante un verdadero peligro, no ante una posibilidad o el recuerdo de un peligro. Por otro lado, en su regulación el miedo normal desaparece rápida y fácilmente, cuando el peligro ha pasado o cuando nos hemos dado cuenta de que no era tanto como pensamos. Reconocida la sorpresa, el miedo disminuye.
Las principales reacciones que solemos presentar frente al miedo suelen ser el ataque, la huida, la paralización o las conductas sociales de sumisión frente al elemento dominante.
¿Cuándo se vuelve patológico?
Corresponde a una alarma mal ajustada tanto en la activación como en la regulación. En este sentido, una activación anormal se produce cundo el miedo se activa con demasiada frecuencia en umbrales de peligrosidad muy bajos. En esta línea, una regulación anormal es una alarma mal ajustada que puede degenerar en pánico incontrolable.
Teniendo esto en cuenta, el miedo patológico cuesta controlar y calmar y tiene tendencia a reanimarse con facilidad. Al miedo patológico se le llama fobia.
Diferencia entre miedo y fobia
¿Cómo podemos diferenciar el miedo de la fobia? En primer lugar, el miedo muy intenso (fobia), puede llegar a provocar un ataque de pánico. Además, suele ser incontrolable. Por otro lado, la persona que sufre este miedo agudo tiende a evitar los objetos o situaciones fóbicas y, en caso de afrontarlo, el sufrimiento es extremo. En suma, el miedo patológico o fobia afecta la calidad de vida.
La fobia, además, se caracteriza por unos rasgos muy característicos que se manifiestan en su emoción básica, el miedo. Así, las emociones que genera la fobia son:
Ansiedad: Miedo anticipado. Vivencia asociada a la espera, al presentimiento ó a la proximidad del peligro.
Angustia: Ansiedad con numerosos síntomas físicos.
Pánico, terror, pavor: intensidad extrema.
Cinco verdades sobre el miedo
- El miedo nunca desaparecerá mientras, siga creciendo.
- La única manera de liberarse del miedo a hacer algo, es hacerlo.
- La única manera de sentirme mejor es…enfrentarlo.
- No soy único sintiendo miedo en un terreno poco familiar, les pasa igual a todos los demás.
- Vencer el miedo asusta menos que convivir con un miedo que proviene de la impotencia.
¿Cómo enfrentarse al miedo?
1. Desobedezca a sus miedos. No es el miedo lo que queremos que retroceda,sino la fobia, el exceso de miedo
2. Infórmese bien sobre lo que le da miedo
- Los fóbicos se interesan en información que confirma sus temores
- Mantiene un estado de ignorancia para seguir fantaseando
- Se mantiene en el espacio emocional y no entra a lo racional
3. Deje de tener miedo a tener miedo
- Acepte una dosis de miedo: es normal, la idea no es suprimirlo, sino regularlo para que sea útil.
- Entrenarse en tener miedo en circunstancias controladas. Recurrencia,exponerse, perseverancia.
- No se enjuicie (vergüenza, cobarde, etc.),asúmalo como una situación a resolver
4. Modifique su visión del mundo
Los tres pilares de los miedos fóbicos son:
- El mundo es peligroso: escenarios catastróficos.
- No soy de fiar y temo mis reacciones:espiral de interpretaciones erróneas o exageradas, basados en sus sensaciones o intuiciones
- No soy capaz de enfrentar esta situación:sobreviviré si huyo o lo evito
5. Enfréntese a su miedo
- Exposición larga: hasta observar que disminuye (al menos 45 minutos)
- Exposición completa: sin evitaciones sutiles (apoyarse, mirar para otro lado, hablar mucho, etc.)
- Exposiciones han de ser repetidas
- Exposiciones han de ser progresivas
- Celebrar los logros