El desarrollo evolutivo de los menores y de los adolescentes está asociado a la experimentación, al coqueteo con el riesgo,el alarde, la simetría con los otros, la imitación y la construcción de la identidad con los iguales. Por eso es difícil que asuman interiormente los límites, de ahí la importancia de los límites externos.

La rebeldía como parte de la construcción de la identidad lleva a nuestros hijos e hijas a cuestionar las normas, aunque eso no significa que no las acepten, o incluso que internamente no las deseen. En realidad, en la infancia y la juventud se vive de forma problemática la ausencia de normas, puesto que se necesitan tanto para respetarlas como para incumplirlas.
Cuando los padres o madres, ante el miedo a dejar de ser amigos de sus hijos e hijas, o a generar un efecto “boomerang”,hacen dejación de su obligación de poner límites, acaban por preferir, consciente o inconscientemente, no darse por enterados para no tener que actuar.
Los padres y madres que sólo actúan desde la rigidez de la norma, desde la incomprensión o desde el castigo, no generan confianza. Pero tampoco la generan quienes sólo se limitan a ser espectadores, quienes no aportan puntos de referencia.

Deberías saber que…

La relación de la juventud con los límites es de transgresión, de “probar a ver que pasa”, porque saben que para crecer y evolucionar necesitan cambiar y romper con las reglas de la infancia.Todo esto constituye un factor de riesgo de consumo de drogas.

Un límite obliga tanto al que lo debe de respetar como al que lo establece. Un ultimátum esclaviza sobre todo a los padres y madres.

Hay que empezar por consolidar los límites que existen para poco a poco poder hacer concesiones.

Los límites no son sólo algo externo. Se refieren a nuestra capacidad para contenernos y saber contener a los demás.

Lo ideal es que nuestros hijos e hijas aprendan a colocar sus propios límites.

La familia que impone límites claros, razonables y, en la medida  de lo posible, negociados, fomenta la responsabilidad y facilita la autonomía personal.

 LAS NORMAS RIGEN NUESTRO DÍA A DÍA

Las normas fundamentales deben ser pocas, claras y de obligado cumplimiento, referidas a la convivencia, organización y a la salud. Entre otras:

Ser respetuoso en el trato: hablar sin insultar ni agredir, respetar los bienes de los demás

Ser sincero y no mentir

Mantener hábitos higiénicos y saludables, entre ellos no tomar drogas

Respetar los horarios de llegar a casa y de las comidas (previamente pactados)

Dedicar tiempo suficiente a dormir y estudiar

Participar en las tareas del cuidado de la casa y dejar colocadas las cosas que se usan

 
Las normas accesorias pueden ser múltiples y negociables como:

El uso de la televisión, Internet, etc.

Practicar actividades de tiempo libre en familia

Compatibilizar gustos y aficiones

Cuando abundan las normas fundamentales éstas resultan difíciles de cumplir y el clima se vuelve rígido y autoritario. En la familia en la que priman las normas accesorias no se establecen pautas educativas y jerarquía de valores.
Una regla para asegurar el cumplimiento de las normas es reforzarlas con gratificaciones. El refuerzo social como el halago es menos costoso y más valorado que los refuerzos materiales.

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1 Comentario

  • Publicado 16/12/2011

    Muñekita CaT

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