Llevados por la inseguridad y desconfianza en su capacidad de ser aceptados tal como son, pueden caer en la tentación de adornar aquí y allá su historia y sus habilidades de forma que causen una impresión favorable en las demás personas.
 Así,  se puede afirmar haber realizado más proezas sexuales de las habidas entre un grupo de hombres que se retan en su capacidad viril, o una madre puede hacer que su hijo tenga mejores notas y apruebe cursos de forma excelente con fin de aparecer como una madre exitosa en la educación de su  hijo.

Mentir es un recurso fácil  sin tener que pasar por esfuerzos , aunque el precio que se corre es la posibilidad de ser descubierto. En esto sucede algo similar a la persona que lanza rumores falsos para disminuir el prestigio de las personas que envidia: puede ser descubierto y la conducta desvelada, ir en su contra desprestigiándolo ante a los que quería influir.

Mientras que la persona sincera no tiene que vigilar la versión que da de sus anécdotas y los episodios vividos, porque es el producto su memoria, en cambio el mentiroso debe controlar qué versión da de su historia, para que resulte coherente con la escuchada por cada persona ante la que ha presumido.

Cuanto más se cae en la tentación de mentir más difícil es controlar la abundante base de datos de las versiones dadas y más imposible resulta comentar, repetir o seguir con coherencia lo inventado, de forma que los detalles acaban no encajando  y de pronto un persona determinada es novio de una prima mientras que antes lo era de una hermana, estuvimos dos años estudiando en el extranjero mientras que esos mismos años estudiamos un Master de prestigio en la localidad donde vivimos, conocemos a quien luego resulta que no nos conoce, etc. .

El hábito se mentir se puede transformar en un trastorno de la personalidad que se denomina  ‘pseudologia fantástica’ que es una compulsión a imaginar una vida, unos acontecimientos y una historia en base a causar una impresión de admiración en los espectadores.

Este afán por impresionar esta basado en la imperiosa necesidad de resultar valiosos  por medios tramposos ya que por nuestra simpatía y espontaneidad dudamos el poder conseguirlos.

Refleja, por un lado, la ambición de ser dignos de amor,favoritos, de los demás como antes de ser destronados por la llegada de un hermano, lo éramos de los padres; por otro lado, se pone de manifiesto nuestra profunda duda de no ser dignos en base a la distancia, la dureza, el aislamiento y la falta de adaptación que sufrimos.

El mentiroso fantasioso  roba la atención y el  aprecio de los demás  por la vía del fácil engaño (las palabras son sustitutos de los hechos para ellos ) en vez de por su sinceridad, quizás mucho mas modesta de lo que su ambición soporta.

No se conforma con ser una persona cualquiera -tal vez se vería a sí misma con excesivo desarraigo-, sino que desea ser siempre una personalidad de primera magnitud, de esas que los demás admiramos de forma envidiosa.

También mintiendo sobre lo que hacemos llevamos a cabo algo que proporciona un pequeño resto de placer . Imaginando que somos ricos, que seducimos a las personas más bellas, sentimos un gusto que el hecho de ser sólo fantasías no acaba de eliminar y que sirve para satisfacer necesidades que ,de otra forma, nunca realmente quizás conseguiremos, pero que a base de engaño tras engaño, fantasía tras fantasía nos hace sentir el sueño tan real que casi lo podemos creer.

Lo que nos gustaría hacer, lo que en sueños nos prometemos, lo que según los mismos seguramente nos pasará puede hacer que disfrutemos precipitadamente de lo que todavía no somos, y ello nos prepara mal para el naufragio de nuestros ilusiones durante el transcurso  de la vida. Esto no le sucede a quien su mirada alcanza al escalón de arriba sólo cuando ha mirado bien que tiene los pies en el de ahora.

El problema del pseudólogo es que para mentir tanto y que no se note ha de hacer lo mismo que un actor que representa un personaje y quiere resultar creíble: esforzarse tanto, como si uno fuera esa persona inventada, que realmente uno se confunda y olvide de quien es realmente.

El personaje suplanta al yo, con lo que su personalidad se instala en una base falsa y peligrosa, porque los halagos, impresiones y valoraciones que consiga de los demás con sus mentiras, en realidad nunca los podrá saborear, porque sabe que no están dirigidos a su Yo autentico, sino al falso, con lo cual no logra sentir lo que le gustaría sentir

Lo que debe plantearse el mentiroso es su  desánimo, la progresiva  apatia que simular produce en él. Su afán de caer bien produce el efecto contrario de que los demás se decepcionen, se sientan despreciados y se disgusten, generando una profunda desconfianza muy difícil de superar; por ejemplo, se hace difícil  olvidar que tu pareja te ha engañado, o te miente sistemáticamente.

La cura del mentiroso es reconociendo su necesidad de atracción hacia los demás, dedicarse con firmeza a mejorar sus méritos verdaderos (profesionales, culturales, relaciones interpersonales, …) con  persistencia ( si ha caído en la mentira es por impaciencia) y seguridad.

Jugar limpio, ser naturales, es el mejor camino para ser aceptados por los demás. Lo primero es que nos acepten aun siendo humildes y mediocres. Una vez conseguida esta aceptación básica entonces se pueden intentar el asalto al mérito, que ya no será  agresivo porque,entonces, aunque la persona valga mucho, nos da igual porque nos cae antipática, sino un afán de darnos más, de buscar una mayor cualidad, de una activa entrega para participar, colaborar, sugerir y animar la vida familiar, los equipos de trabajo, los grupos de amigos o la actividad académica o profesional.

2 Comentarios

  • Publicado 07/04/2012

    Imagenes con frases

    Hola me llamo Daniel, muy interesante tu sitio. Me encantan estos temas.

    Saludos.

  • Publicado 07/04/2012

    Dolors Mas

    Muchas gracias,Daniel.Espero que continues siguiendo el blog.
    Saludos,
    Mª Dolors

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