En muchas ocasiones, la separación del matrimonio es necesaria para la familia. Pero, independientemente de la edad del niño y del tipo de relación que mantuviera la pareja, el divorcio de los padres afecta de forma negativa a los hijos. La desintegración de su unidad familiar les preocupa, el mundo en el que vivían se rompe y, con la separación, pasan a otro escenario donde ya no se sienten seguros y desconocen

Cada niño reacciona de una manera diferente. No existe un mismo patrón sintomatológico para la reacción de los niños, dependiendo únicamente de la edad. Hay niños de nueve años que responden de forma más madura ante esta situación que algunos adolescentes. En cambio, es general la sensación de desconcierto al enterarse porque están acostumbrado a ver a sus padres siempre juntos y se niegan a admitir que esta situación se cambie

Cuanto más pequeño es el niño, más dificultad tiene para entender lo que está pasando en su casa. Ante la separación de sus padres, muchos niños cambian su comportamiento, se muestran rebeldes y se deprimen. Esta situación puede verse reflejada de forma negativa en la escuela, en su contacto con el resto de la familia, y en su convivencia social. Como consecuencia, los niños mayores, puede que intenten buscar otras salidas no adecuadas ni beneficiosas para sus conflictos. En otros casos, las consecuencias vienen después del divorcio, cuando comienza la competencia entre quién es mejor, si el padre o la madre, según el trato que ellos les den.

Divorcio en el embarazo. Si la separación tiene lugar durante el embarazo, es probable que el niño se vea afectado por el estado de ánimo de su madre y, por lo tanto, pueda nacer con poco peso. Cuando el bebé tiene pocos meses, el estado de ánimo de la madre también será una gran influencia para él y puede que se vea afectado por un retraso en el desarrollo cognoscitivo o emotivo.

Divorcio con hijos entre uno y tres años. Los niños menores de 3 años suelen mostrarse más irritables y miedosos. Es posible que recurran al llanto con facilidad y que sufran regresiones en su desarrollo, es decir, que vuelvan a algunas pautas de conducta ya superadas como hacerse pipí en la cama o volver a hablar como cuando eran más pequeños. También es probable que el niño se vuelva tímido, requiera mucha más atención y tenga pesadillas nocturnas.

 Divorcio con hijos entre 3 a 6 años. El niño no entiende todavía qué es una separación, pero al notar que uno de los miembros de la pareja no duerme en casa, es probable que piense que es por su culpa, y reaccione de formas opuestas: o se vuelve muy obediente (pensando que si es bueno el padre volverá) o también mucho más agresivo o rebelde de lo que su carácter haría esperar. A esta edad, es frecuente que manifiesten miedo a ser abandonados; algunos sufren el llamado trastorno de ansiedad por separación, que se manifiesta con síntomas de retraimiento, disminución de la concentración o, incluso, con negación de asistencia al colegio. Los niños con este trastorno no suelen querer dormir fuera de casa.
En otras ocasiones, niegan la ruptura matrimonial tanto a sí mismos como a los demás. Mienten a los parientes o amigos diciendo que sus padres todavía duermen juntos de noche, y ellos siguen jugando con muñecas durante meses, simulando su propia familia y haciendo que sus padres duerman uno al lado del otro.

Divorcio con hijos de hasta los 6 años. Los niños de 5 años, a parte del temor a ser abandonados, que pueden manifestar junto con una profunda sensación de pérdida y de tristeza, sienten que deben decidir entre sus padres. Viven la situación con sentimientos de rechazo y decepción por el «abandono». Su rendimiento escolar tiende a disminuir. En algunos casos, si no saben expresar lo que sienten, convierten su tristeza en cierta agresividad. Pueden sufrir trastornos del sueño, de alimentación y adoptar conductas regresión

 Divorcio con hijos entre los 6 y 9 años. Aparecen sentimientos de rechazo, fantasías de reconciliación y problemas de lealtad. Es posible que los niños experimenten rabia, tristeza y nostalgia por el progenitor que se ha ido. Cuando los cónyuges han tenido conflictos graves, los hijos pueden vivir una lucha de afectos por sus padres. Otras veces, se les descuida en el aspecto material, obligándolos a que preparen la comida, vigilen a los hermanos menores y asuman responsabilidades demasiado pesadas para su edad.

Divorcio con hijos entre 9 y 12 años. Los hijos suelen manifestar sentimientos de vergüenza por el comportamiento de sus padres, incluso cólera o rabia hacia aquel que tomó la decisión de separarse. Un comportamiento muy típico es el de reprochar a sus padres no haber resuelto sus problemas matrimoniales. Además, aparecen los intentos de reconciliar a sus padres y problemas psicosomáticos (dolores de cabeza, estómago…)

Divorcio con hijos adolescentes. Su autoestima se ve afectada y pueden llegar a desarrollar hábitos propios de edades superiores como fumar, beber o tener una mayor independencia. De los 13 a los 18 años, la separación de los padres causará problemas éticos, y provocará, por lo tanto, fuertes conflictos entre la necesidad de amar al padre y a la madre, y la desaprobación de su conducta. Generalmente, las reacciones más comunes en esta etapa son: por un lado, una madurez acelerada, es decir, el adolescente adopta el papel del progenitor ausente, aceptando sus responsabilidades; y por el otro, una conducta antisocial: no acata ni acepta las normas, desobedece, consume alcohol, drogas

La separación no necesariamente causa estas reacciones, pero sí algunas de ellas. Es importante subrayar que la diversidad de experiencias, que viven los hijos después de la separación de los padres es, de cualquier modo, una señal positiva. Prueba de ello es que el divorcio no es el único hecho que les perjudica y, muchos de ellos, superan la crisis familiar saliendo de ella reforzados y más maduros, que sus coetáneos pertenecientes a familias unidas